jueves, 11 de febrero de 2010

ARTICULO SOBRE LOS CUBANOS ESCRITO por VICTOR MONA



Los cubanos salen de una isla pequeña y se han diseminado
por todo el mundo..

Uno es profesor en una universidad de Australia; otro,
inauguró en Alaska un restaurante. Nada los detiene, ni el
frío ni el calor. Los seduce el trópico de la Florida ,
pero soportan igualmente a pie firme los hielos de Boston y
Nueva York. No mendigan, trabajan. Los que en Cuba eran
pobres, aquí son ricos. Los que allá eran medio pelo,
aquí son pelo y medio.

Ningún obstáculo detiene su laboriosidad beligerante si
la oferta es digna. Uno es rector de la Universidad; otro,
maquilla muertos. Cambian, pero sólo en la superficie. En
Miami siguen jugando la bolita (lotería Prohibida),
peleando gallos a escondidas y enviando los hijos a la
escuela privada. En Madrid, están contra José Luís
Rodríguez Zapatero y en Caracas, contra Hugo Chávez,
siempre en la oposición.

Se les critica y se les envidia pero en el fondo se les
admira. Gallegos por el trabajo y judíos por la voluntad de
sobrevivir, constituyen una legión empecinada que no se
deja ignorar. Traen su música calurosa, el ruido de sus
tambores, los frijoles negros y el bistec de palomilla con
moros y maduros.

Pero traen sobre todo la simpatía, la cordialidad y la
laboriosidad.

¿Quiénes son?. Son los cubanos del destierro, la única
población mundial trasplantada, que (salvo los hebreos) en
más de un tercio de siglo no han perdido su identidad. Los
que admiraban a Cuba desde lejos como ejemplo supremo de
pujanza latinoamericana, los que veían a Cuba como un
milagro étnico y cultural, donde todo parecía un relajo
pero todo funcionaba bien, ya no tienen que ir a Cuba para
conocerla! . Aquí la tienen dentro de los mismos Estados
Unidos. Esta es Cuba . Estos son los cubanos. Exagerados,
fanfarrones, ruidosos, sí, pero también intensos,
profundamente creadores y buenos amigos. ¿Y qué no han
hecho en estos 47 años de destierro los cubanos para poder
sobrevivir con dignidad? Cuál actividad manual o
intelectual no han ensayado en éste o en aquél país, por
complicada que pareciera, lo han realizado para no quedarse
detrás, para no dejarse discriminar.

En alguna de esas actividades han llegado tan lejos que
superan a emigraciones que los precedieron por cerca de
medio siglo. No hay hospital en Estados Unidos donde no haya
hoy un médico cubano. No hay periódico donde no haya un
periodista cubano, ni banco donde no haya un banquero
cubano, ni publicitaria donde no haya un publicitario
cubano, ni escuela donde no haya un maestro cubano, ni
universidad donde no haya un profesor cubano, ni comercio
donde no haya un manager cubano.

En las Grandes Ligas del béisbol sus nombres también
brillan. En Madrid, el primer poeta latinoamericano es un
negro cubano. En la Coca Cola, Kellog's, McCormick,
Pepsi Cola y tantas otras su dirigente es o fue un cubano.
En el Congreso de Washington hay cuatro cubanos, en el
Senado federal se sientan dos cubanos, el Ministro de
Comercio de E. U. es un cubano, la Viceministro de Salud es
una doctora cubana. Caramba, son unos pocos en éste país y
llegaron hace muy poco tiempo.

En la tierras prestadas del extranjero parecen llevar
siempre en la frente la marca del sitio de donde vienen. Los
cubanos llevan a Cuba . La enaltecen y la honran, porque
además de en la frente la llevan en el corazón. Pero hay
algo en el desterrado cubano, a mi juicio, superior a esa
actividad profesional triunfante, y es su odio al despotismo
del que huyen, su amor a la tierra que dejaron. Eso lo
separa y lo define. Eso da a sus triunfos en medio del
desarraigo, una grandeza que de otro modo no tendría.

Se han afincado definitivamente en estas tierras
hospitalarias que los han acogido y donde viven en lo
material muchas veces mejor que como vivían en Cuba. Aún
teniéndolo todo, si les falta Cuba, no tienen nada. Quizás
por ello han hecho su Cuba aquí. Por eso, si se le mira
bien, se verá que a veces parece que el cubano ríe, pero
en realidad esta llorando por dentro.

Le nace el hijo, le crece, se le gradúa en la Universidad,
pero el cubano suspira. ¡Ay, si estuviera en mi Cuba!.

Compra una casa, un auto, o una lancha y sigue suspirando.
¡Ay!. Si todo esto lo tuviera en Cuba!. De una manera
misteriosa, que no puede definir, hay un vínculo con
aquello que tira de aquí hacia allá. Ahora que perdió a
su país, sabe que no puede vivir sin Cuba, y la sueña de
noche, y le agiganta los valores y la embellece y la
idealiza, y se culpa de no haberla entendido mejor, y la
recrea en su cantos y bailes, y la revive en sus historias
en sus costumbres y en sus comidas.

¿Por qué compran hoy los cubanos mas libros cubanos que
nunca?. ¿Por qué tienen sus casas, sus negocios y sus ofi -
cinas llenas de palmas, de banderas, de escudos y de retra-
tos de José Martí?.

¿Por qué aunque sean USA citizens SIGUEN SIENDO CUBANOS?.
Por qué se reúnen en sus municipios formados en el exilio,
borrando antiguos antagonismos de partido o clase?.
Porque el cubano sabe que lo único auténticamente suyo fue
SU CUBA y que a ella quisiera el poder regresar. No les preo-
cupa que le devuelvan la residencia o el negocio, si lo tenían.
Lo único que desean es volver a su tierra. La casa donde nació
esta destruida, al pueblo se lo han puesto desconocido, la madre
ha muerto. Pero no importa. El exiliado cubano quiere de todos
modos ir a esa casa, a ese pueblo y a esa tumba. La Patria empieza
ahí.